Cenizas radiactivas

El hecho de que el Daisy Spot todavía se esté discutiendo hoy es un testimonio de su energía, pero ¿cuál fue su impacto y reacción inmediatos? Una encuesta de Harris tomada una semana después de que el anuncio se transmitiera decía que el 53% de las mujeres y el 45% de los hombres creyeron que Goldwater implicaría los Estados Unidos en una guerra.[1] La sobrerreacción republicana al spot y a la publicidad posterior con certeza influenció en los resultados, el lamento de la indignación republicana sujetó el mensaje de la bomba en ellos más firmemente que cualquier cálculo habría podido esperar.[2]

El 11 de septiembre, Dean Burch, presidente del Comité Nacional Republicano, atacó el Daisy Spot en el hotel de Sheraton-Carlton en Washington. Lo irónico es que allí estaba con su contraparte Demócrata, John Bailey, para firmar un “compromiso de la imparcialidad” en una ceremonia pública patrocinada por el Comité de Prácticas Justas de Campaña (FCPC), organismo apartidista. El propósito de la reunión era para que los dos representantes de los partidos acordasen promover campañas positivas.

Burch utilizó el foro para quejarse por el Daisy Spot indicando que implicaba que “el presidente Johnson era un hombre cuidadoso y que el senador Goldwater podía causar de alguna manera un conflicto atómico porque era una persona perfectamente imprudente. Entonces continuó reclamando que el anuncio era no sólo difamatorio, sino también “la mentira política más violenta que se haya dicho” Bailey respondió: “Ellos (los portavoces del GOP) piensan que estamos intentando asustar a la gente con la imagen del señor Goldwater. Pienso que cualquier imagen del señor Goldwater ha sido creada por él mismo.”
[3]

Poco después Burch anunció que planeaba realizar una protesta formal contra el Daisy Spot de Johnson ante el Consejo Nacional de la Publicidad y el FCPC, los dos presidentes de partido firmaron el compromiso.

Burch siguió su amenaza de quejarse ante los organizadores del evento. Escribió al día siguiente de la ceremonia de la rúbrica del compromiso: “Este tipo horror en los anuncios se diseña para despertar las emociones más bajas”, y agregó, “el GOP ha recibido miles de quejas en el país con respecto al anuncio”. Entonces Burch compartió su ejemplo más dramático del alboroto a escala nacional alegado que llegaron al punto de tocarle en su casa: “Sé de un caso dónde una niña que miraba el anuncio de Johnson la trastorno tan violentamente que ella gritaba y tuvo náuseas toda la noche.”
[4]

El 12 de septiembre el Senador Republicano, Everett Dirksen, líder minoritario, participó en el conflicto de la margarita escribiendo una carta a Vincent T. Wasilewski, el vice presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Concesionarios (NAB). En ella Dirksen determina que el anuncio es de mal gusto, impropio para los niños y viola el código de ética de la NAB. Wasilewski contestó a la queja que el senador el 15 de septiembre, en la que indicaba:

“Mientras que es verdad que el Código de Televisión de la NAB contiene provisiones con respecto al gusto en la publicidad comercial, nunca hemos considerado el uso de estas provisiones a los mensajes de propaganda político. Debido al carácter único de la propaganda política y, de hecho, al de las campañas políticas, la imposición del código implicaría la intromisión no presente en otras formas de publicidad en la televisión.”
[5]

El 16 de septiembre continuaron las “cenizas radiactivas” cuando el Senador Republicano de Kentucky, Thruston B. Morton, llevó al piso del Senado de los Estados Unidos la denuncia de los dos anuncios de DDB que se habían transmitido hasta el momento en la campaña electoral general como “lodo” –un segundo anuncio anti-Goldwater había transmitido cinco días después del Daisy Spot; este anuncio mostraba a una niña que lamía un cono de helado mientras una voz maternal superpuesta discute los peligros del Estroncio 90 y la oposición de Goldwater al Tratado Nuclear para la Suspensión de Pruebas Nucleares–, Morton indicó que los anuncios “asustaban la agudeza de los niños para ejercer presión sobre a sus padres.”“ (Morton pone anuncios de la TV sobre la bomba de Johnson,” New York Times, 17 de septiembre de 1964).
Entonces el Senador procedió a leer descripciones de los dos anuncios en el Expediente del Congreso (¿Los spots políticos en la TV son injustos?, U.S. News and World Report, 28 de septiembre de 1964). así que el Daisy Spot literalmente se convirtió en historia:

Primero se presentó el spot de la Pequeña niña del helado: Una niña está comiendo un cono de helado mientras que un narrador explica sobre bombas atómicas, polvo radiactivo y el tratado nuclear para detener las pruebas. “Pero ahora hay un hombre que quiere ser presidente… y a él no le gusta este tratado,” el narrador dice: “Su nombre es Barry Goldwater y luchó contra él. Él quiere hacer estallar más bombas.” Luego se mostró el Daisy spot.

Otros anuncios complementan el mensaje de la campaña de Lyndon Johnson, brillantes y eficaces reforzaron la opinión de que Goldwater era demasiado peligroso para confiarle la presidencia. Todos con un estilo sugestivo de sonidos e imágenes provocadoras en blanco y negro. Existe una versión de veinte segundos de la parte final del Daisy Spot, sin la niña de la margarita, pero con la misma explosión para cuestionar la declaración de Goldwater del 24 de octubre sobre si la bomba atómica era simplemente otra arma. ¿Simplemente otra arma? Existe otra versión más larga, de cuatro minutos, sobre las pruebas nucleares.

Un anuncio minimalista titulado “Hotline” (el teléfono de la línea caliente o teléfono directo), mostraba un teléfono con un foco centellante y sonando, con el texto “Casa Blanca” en el centro del disco. La voz superpuesta del locutor decía: “Este teléfono en particular suena solamente en una crisis seria. Manténgalo en las manos de un hombre que ha probado ser responsable…”(Landauer, 1964).
El Wall Street Journal indica que este anuncio fue pensado originalmente para ser más obvio quién estaba en el otro extremo de la línea. El tema del spot era: “¿Quién quiere usted que conteste el teléfono cuando Khrushchev llame?”

Otro anuncio que explotó las declaraciones de Goldwater sobre “aplastar el botón” como ésta del 31 de Agosto de 1963: “A veces pienso que este país estaría mejor si pudiéramos separar el litoral del Este y acabáramos por dejarlo flotar hacia al mar.” DDB creó un anuncio en el cual una sierra corta la costa del Este de un modelo de madera los Estados Unidos que flota sobre una piscina de agua.

Un spot que no transmitió al aire porque fue producido sobre las objeciones del equipo de la Casa Blanca fue el de “la señora embarazada.” En él se mostraba a una mujer embarazada que daba un paseo a través de Central Park, mientras que una voz femenina discutía la oposición de Goldwater al Tratado Nuclear de Suspensión de Pruebas Nucleares, implicaba que la presidencia con Goldwater planteaba un riesgo a los niños nonatos. Éste era un nivel de ataque al cual los estrategas de la Casa Blanca no estaban dispuestos a aventurarse, (Geerhart,2007: entrevista con Wright).


Para la promoción de la buena imagen del Presidente se creó una versión de un minuto “Nuestro Presidente” con imágenes de Lyndon Johnson trabajando en la Casa Blanca. La voz del locutor decía:

La constitución no nos dice como debe ser el hombre que quiera ser presidente. Dice que debe tener 35 años y ser un ciudadano nacido aquí. Deja el resto a la sabiduría de los votantes. Nuestros presidentes han sido hombres razonables. Han escuchado. Han pensado claramente y han hablado cuidadosamente. Han cuidado a la gente. Porque un trozo de papel que firmen puede cambiar la vida de su pueblo. Sobre todo, en la soledad de este sitio han sido prudentes. Han sabido que las decisiones que toman aquí pueden cambiar el curso de la historia o el final de la historia de todos. En crisis y tragedia, hemos encontrado a hombres dignos de esta oficina. Hemos sido afortunados.

[1] Middendorf II, (2006) p.164.
[2] White (1964).
[3] McBee (1964).
[4] Carta de queja de Dean Burch a Charles P. Taft, fechada el 12 de septiembre de 1964, Librería del Congreso, División de Manuscritos, papeles de Charles P. Taft, I-261. Citada en Geerhart (2007).
[5] Nota fechada el 18 de septiembre de 1964, de LeRoy Collins a Bill Moyers, con la correspondencia de Vincent T. Wasilewski y del Senador Everett M. Dirksen, con referencia al Daisy Spot. Biblioteca Presidencial y Museo de Lyndon Baines Johnson, archivos centrales de la Casa Blanca, asistente: Moyers. Citada por Geerhart (2007).